miércoles, 17 de octubre de 2012

"La Metamorfosis de Narciso" en Psicoterapia

"Las flores que saldrán por mi cabeza 
algo darán de aroma."
 Javier Krahe,  "El Cromosoma"

Comenzando por lo necesario, habrá que echar la vista al cuadro:


        
   "La Metamorfosis de Narciso" Salvador Dalí, 1936
                                  

No pretendo hacer un análisis completo ni sesudo de la pintura. Quisiera limitarme a la utilidad que puede tener para aquel que lo observe con toda la sinceridad de la que disponga para sí mismo, dándole el pretencioso nombre de "cuadro terapéutico".

Unos cuantos datos pondrán el contexto para aquellos que no conocieran ni el mito de Narciso, ni la obra de Dalí:

Dependerá de la versión del mito (románica, griega, helénica) las variaciones, pero en resumen Narciso, del griego "Narkissos" (embriagar, producir sopor, narcotizar, adormecer) era un joven apuesto del que quedaban prendadas y prendados hombres y mujeres. Entre sus pretendientes estaba Eco, una joven ninfa que por enfadar a Hera (diosa protectora del matrimonio y las mujeres) había quedado condenada a no hablar excepto para repetir las últimas palabras del que le hablara a ella.
Un día mientras Narciso caminaba por el bosque, Eco le seguía escondida entre los árboles. No se atrevía a acercarse a él puesto que sabía que no se podría comunicar. Pero Narciso se percató de la presencia por el ruido y preguntó "¿Quién anda ahí?", respondiendo ella de lejos "Ahí", entonces Narciso dijo "Sal, y ven" y ella, respondiendo "Ven", salió con los brazos abiertos para recibir a su amado.
Narciso se negó, la rechazó y le dijo que le dejara en paz, quedando Eco profundamente dolida. Decidió retirarse a una cueva, donde se consumió en el olvido hasta que sólo quedó de ella su voz que repite las últimas palabras de quien la llama.
Narciso entonces, cumpliendo una profecía, topó con un río donde al asomarse quedó obnubilado por su propio reflejo hasta el punto de abandonarlo todo por quedarse mirando a sí mismo sobre el agua, hasta que un día acabó por arrojarse a ella, ahogándose.
En el lugar en el que murió, con el tiempo, germinó una nueva flor; el conocido Narciso.



Muchos pintores han reflejado esta conmovedora historia desde entonces, siendo mundialmente famosos, por ejemplo, estos cuadros:

"Eco y Narciso", John William Waterhouse (1903)
"Eco y Narciso", Placido Costanzi
Sin embargo, en mi opinión, ninguno de ellos supo retratar el mito tan certeramente como lo hizo Dalí en 1936 con "La metamorfosis de Narciso", por la excesiva literalidad de la pintura de sus predecesores que no propician el viaje interior de las figuras ambiguas e inquietantes que aparecen en la versión daliniana.
Si tomamos demasiada literalidad, sólo podremos llegar a contemplar lo superficial y cotidiano del término. Con Dalí nos vamos de viaje al fondo.

La obra de Dalí, tan amplia como famosa, estuvo muy influida durante décadas por la aparición en el marco internacional de la figura de Freud y el Psicoanálisis, antes de pasar a otras influencias como fueron los descubrimientos sobre el átomo o la Teoría de la Relatividad.
Durante esta época, los novedosos conceptos infantes del emergente psicoanálisis comenzaron a formar parte de su vida personal y artística con el movimiento surrealista que tomó a Freud como patrón.
Dato curioso es el hecho de que el día que, tras mucho insistir, conoció finalmente en persona al ya muy anciano y enfermo Freud, Dalí le mostró precisamente "La metamorfosis de Narciso". También le exigió leer su tesis sobre el método paranoico-crítico, pero eso no viene al caso.
Una mente tan delirantemente avanzada para su época podía comprender ya la profunda raíz que bosquejaban los conceptos freudianos, hoy en día tan trabajados y algunos de ellos muy comunes. 
Freud pintado a carbón por Dalí tras la visita


Mucho se emplea el termino "narcisista" hoy en día, y aunque su empleo no sea el psicoanalíticamente correcto, se hace muy bien en emplearlo con tanta frecuencia ya que se dice es la patología de nuestro siglo.
El uso cotidiano habla de aquel que se quiere mucho a sí mismo, el egoísta.
Y aunque no va mal encaminado, olvida el sustrato fundamental que encarna esa manifestación superficial que se aprecia en el día a día de las personalidades narcisistas.
No voy a decir nada nuevo sobre la materia ya que todos los psicoanalistas y teóricos de la mente humana se han ocupado del asunto exhaustivamente desde 1914 con la publicación de "Introducción al narcisismo" de Freud, durante su disputa teórica con C. G. Jung.
Casi diría que escribo para todo el que ya haya leído antes a Heinz Kohut y a Otto Kernberg, aunque ojalá fuera de comprensión general, ya que es algo por lo que hemos pasado todos necesariamente (aunque algunos se quedaran fijados en ello) y que es practicamente imposible superarlo del todo (ya que es necesario también para la supervivencia del yo).

Pues bien, al cuadro hay que mirarlo primero de lejos partiéndolo en dos mitades:
Quedando a la izquierda la figura semi-abstracta de Narciso, cabizbajo y derruido, ligeramente inmerso en el agua y a la derecha una mano sosteniendo un huevo del que sale una flor (el Narciso).
Esto no son solamente dos mitades, sino dos niveles de salud mental.
Los demás detalles los consideraremos accesorios, de momento.
Se sabrá reconocer la patología narcisista de aquel que solamente logre comprender, (e incluso con una sorprendente gran precisión introspectiva), la mitad izquierda, pareciéndole absurdo, incomprensible o lejana  la mitad derecha.
Se recomienda que previamente se haya instruido minimamente en el mito y se haya leído por cuenta propia el poema de Dalí que acompaña al cuadro. (Puede encontrarse aquí: Poema.MetamorfosisNarciso.Dalí)

Lo que nos hace entenderlo como dos niveles es el hecho de que , tras una mirada atenta, se da cuenta uno de que la estructura que forma la mano es la misma que forma el cuerpo de Narciso, apareciendo la mano en un primer plano, simbolizando quizás cierto deseo.
La personalidad narcisista está llamada a comprender en este cuadro, junto con la instrucción mencionada, que el asunto no es si se gusta así mismo o no (que profundamente es un NO rotundo), sino la tragedia de su vida, como la de Narciso, condenado a necesitar del reflejo que le da el otro (el espejo) para poderse dar valor, para poderse querer y ser querido. Necesidad que le consume y agota, como a la figura del cuadro, por la gran inestabilidad que supone depender tantísimo del otro.
Durante este proceso de auto-comprensión (si se diera, ya que es el deseo de la terapia el avanzar desde ahí), la persona puede irse dando cuenta de que otra consecuencia de su tragedia, además de la condena a buscar el reflejo hasta ahogarse, es la total incapacidad de poder atender al otro, de verle, de amarle, con todo el trajín que ya tiene encima sobrecargando los ojos (la mente) consigo mismo. Condena así al otro al eco, a desaparecer (a lo imaginario) y quedar solamente la repetición de sus propias palabras. 
"Bastante tiene él ya con lo suyo", literalmente.
La manifestación de todo esto es lo que se verá como aquel que se ama así mismo y al egoísta, en el sentido del que se pasea cabeza alta, orgulloso por ser el más guapo o más listo, un llamado divino a tener privilegios especiales.. etc
Pero esta persona, como la publicidad en aquel capítulo de Los Simpsons, muere si la dejamos de mirar todos a la vez.

No es, tal vez, tarea para una sola hora, un sólo día.. incluso una sola psicoterapia, pero con paciencia y astucia, sabiendo guiar la mente como se guían los ojos por el cuadro, el proceso de cambio cobrará una dimensión más real, apoyándolo con la imagen visual (que tanto necesita) de su esencia, de su tragedia.
Quizás entonces estemos listos para hablar de lo que pasa en el lado derecho.. sólo quizás entonces.
Esa mano que sostiene un huevo del que sale una flor. ¿Pero esto qué es?
- ¿Qué es esa mano?
- Una mano, evidentemente.
- Ya, pero y entonces.. ¿De quién es?
- Ah, tu sabrás..

Consecuencia de esta tragedia de la que venimos hablando es la incapacidad de ver y amar al otro, lo que se conoce en jerga como el "amor objetal", siendo nuestro ya conocido el "amor narcisista".
Todas las personas, en mayor o menor proporción y dependiendo del asunto, nos manejamos equilibrando estos dos tipos de amores. (Freud, Introduccion al Narcisismo).
Dijéramos que hay una predominancia del amor narcisista; Uno de los problemas profundos del narcisismo está en la dificultad de percibir los límites de uno mismo, no en lo evidente somático, como si no estuviera en la mente bien definido dónde acaba uno y empieza el otro.. una gran fusión con su alrededor. Esta es la base de la incapacidad de percibir al otro, ya que el otro es una extensión del sí mismo (self), una parte de mi "cuerpo", y le entiendo, comprendo y amo a través de mí.
El amor narcisista es básico durante la primerísima infancia (narcisismo primario) para la supervivencia del futuro humano pensante. Durante el acunamiento y la lactancia, el sostén que necesita de la madre favorece esta fusión (ya que cognitivamente es imposible que distinga esos límites de los que hablamos), y son las "fallas" "naturales" de este vínculo las que, de un modo sano, van rompiendo esa fusión y entrando en la separación e individuación.
Aquí ya cabe ponerse tiquismiquis con qué son las fallas, qué quiere decir que sean naturales y cómo saber que son sanas. Ni idea, más allá de los dictados del sentido común.
Cuando hay un fallo en este momento decisivo, ya sea por defecto como por exceso, aparecen grandes y gravísimos problemas que podrán marcar el devenir futuro. Se habla incluso de la génesis de la famosa esquizofrenia.
Bien, volviendo al cuadro, esa mano es este sostén del que hablamos;
La mano que mezclando apropiadamente un agarre sin ahogamiento sostiene el huevo, que se desarrolla y madura nutriéndose de sí mismo. En este proceso, soltar o apretar demasiado implicaría la caída y/o la rotura (muerte, psicosis), por lo que hay que andarse con delicadeza.
Pero, si todo fue bien, podrá florecer esa flor, una flor que se sabe bella sin necesidad de que se la esté mirando, porque las flores siguen siendo bonitas aunque estemos mirando a la pantalla, hacen lo que hacen por sí mismas, de algún modo orgullosas de pertenecer a algo más grande que ellas y agradecidas con su sostén, la madre naturaleza.

Esta sería la entrada del amor objetal, y el éxito de la terapia.
A medida que fue pasando tiempo, nos dimos cuenta de que el terapeuta fue esa mano.
Y eso es lo que somos, manos que sostienen huevitos frágiles por florecer.


Dalí no tuvo analista o terapeuta, pero tuvo a Gala:

"No queda más de él
que el óvalo alucinante de blancura de su cabeza,
su cabeza de nuevo más tierna,
su cabeza, crisálida de segundas intenciones biológicas,
su cabeza sostenida con la punta de los dedos del agua,
con la punta de los dedos,
de la mano insensata,
de la mano terrible,
de la mano coprofágica,
de la mano mortal
de su propio reflejo.
Cuando esa cabeza se raje,
cuando esa cabeza estalle,
será la flor,
el nuevo Narciso,
Gala,
mi narciso."

Rompiendo la profecía de Tiresías a la madre de Narciso sobre el futuro de su hijo:
"Narciso vivirá hasta una edad avanzada mientras nunca se conozca a sí mismo"
Ya que a lo que se refería era a su condena por la imagen que refleje, el camino de la "sanación" o la "superación" del narcisismo está en este viaje interior de auto-conocimiento, en este tolerar llegar a la mitad derecha, en el darse cuenta de la falsedad de uno mismo, de las máscaras embellecedoras que se ha ido colocando y de las falsas metas que había perseguido hasta el agotamiento y consumo.
Un falso self que debe encontrarse así mismo, a lo auténtico que hay de sí en él.




A quien le sirva de algo..



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